Todo empezó un lunes 28 de agosto en el aeropuerto de Córdoba. Todo eran lágrimas de alegría y de tristeza al verme partir por esa puerta. Después de tantos abrazos, besos, saludos y lágrimas partí rumbo a Buenos Aires sin saber que me esperaba en mi nueva casa. Mi mamá me acompañó a Ezeiza porque ella me quería ver por última vez antes de partir por la escalera de “los sueños”. Pasaron quince horas en el aeropuerto, me despedí de mi mamá y nuevamente lagrimas se desprendieron. Con incertidumbre y con muchas ganas de hacer de esta experiencia una de las mejores en mi vida.
Un vuelo eterno que se terminó, y el 29 de agosto llegué a mi nuevo hogar, llegué a Francia. Un pequeño dato curioso es que era el día de mi cumple, así que estaba un poco más sensible de lo normal. Ya que, no sabía cómo iba a pasar este gran día para mí. Me bajé del avión y mucha gente me felicitaba por mi gran decisión, mientras yo solo me preguntaba ¿Cómo será todo? ¿Mi nueva familia me querrá?
Al salir por esas puertas hacia mi sueño, me esperaba la mitad de Rotary, todos muy alegres y mi papá anfitrión igual de sonriente y simple como los demás. Todos me cantaron el feliz cumpleaños y yo no sabía qué decir o cómo reaccionar a semejante gesto, pero desde ahí supe que todo iba a estar bien. Pasó un rato, y en un acto me dejaron a solas con mi nuevo papá -que cabe mencionar él no habla ni español ni inglés- así que hablábamos con mímicas y como podíamos, así estuvimos una hora y media pero al fin llegamos a mi nueva casa. Mientras, lo único que yo podía pensar era “qué nervios, cómo será todo”.
Al entrar, me encontré con una hermosa familia que me cantó el feliz cumpleaños y tenían una torta. En ese momento, supe con más certeza que no era tan malo como pensé. Comimos todos juntos y nos comunicamos como pudimos, nos logramos entender aunque yo sabía que llegaba el momento más difícil. Ese era, el estar sola la primera noche, me pude acomodar y me acosté, pero no podía parar de pensar en el último abrazo de mi mamá. Entonces, la llamé y le pregunte ¿por que estoy acá?, quería que buscara y sentía que era la peor decisión. Pero ahora que ya pasó todo y ya volví a Argentina, me encantaría volver a ese día de emociones y al camino largo, que parece corto, por vivir del intercambio. Ahí aprendí, que el tiempo realmente pasa y todo se acomoda, sólo hay que ser fuerte y tener paciencia, así disfrutar cada día como el último.
Escrito por: Delfina
(Outbound 23/24, Francia D.1520)
Editado por: Rotex 4851